¿Cuándo es importante guardar un secreto? 🤫

 
  • ¿Te has enterado de lo último de Daniel? –dijo Javier.

  • No. ¿Qué ha pasado? – preguntó Laura.

  • A ver, es que se supone que es confidencial… – dudó Javier – pero bueno si me prometes que no se lo dices a nadie, te lo cuento.

  • A ver Javier, que nos conocemos. No digo nada a nadie – dijo Laura.

  • Vale, ¿me lo prometes, eh? – quiso confirmar Javier.

  • Que si tío, ¡va, suelta! – contestó Laura impaciente.

  • Pues que le van a hacer responsable del equipo de marketing en cuanto se vaya Paula – desveló al fin Javier.

  • ¿¿¿Qué dices??? Ya sabes que yo adoro a Daniel pero ¿responsable? Si  acaba de entrar…– contestó Laura.

  • Ya, ya lo sé. Por eso te lo contaba. Yo pensé lo mismo cuando me lo dijo - tras una pausa - Oye, hazte la sorprendida cuando te lo cuente, ¿vale? Que me dijo que no se lo contara a nadie pero es que no podía callármelo hasta que sea oficial.

  • Nada, nada… No te preocupes que yo no digo nada – contestó Laura.

Tras comentar un poco más la jugada y terminar la videollamada, Álvaro se puso a trabajar con una sensación agridulce. Había estrechado lazos con Laura gracias a desvelarle el secreto de Daniel pero, por otro lado se sentía que había traicionado la confianza de Daniel. 

Daniel era amigo de ambos y le pidió a Álvaro que no dijera nada a nadie, pero no pudo contenerse. 

 

 

¿Te resulta familiar esta escena?

¿Te han contado algún secreto que no has sido capaz de guardar porque sentías que explotabas si no lo contabas?

¿Has tenido esa sensación agridulce que tuvo Javier después de contarle el secreto de Álvaro a Laura?

Yo si 🙋🏻‍♀️

Y cada vez que lo he hecho, perdía puntos de confianza. No solo para con la otra persona si no para conmigo misma.

¿Por qué pasa esto?

Pues porque escenas como estás son la que forman parte del BRAVING de Brené Brown. Según sus investigaciones, este punto es fundamental para tener confianza.

Te hago una recopilación rápida de los anteriores puntos que conforman el BRAVING:

 Y hoy vamos con la V:

Vault. Este Vault hace referencia a que seas como una cámara acorazada.

A que no compartas información ni experiencias que no te corresponde a ti contar porque no son tuyas.

“Pero si se lo cuento a alguien que jura que no lo va a compartir… ¿vale?”

No se vale hacer trampas amigui. No contar lo que no te corresponde porque no es tuyo, es no contarlo. No tiene ningún asterisco que ponga *salvo a tus amiguis que juran que no lo van a contar.

 

 

Y como te decía influye tanto en la confianza en ti misma como en la que los demás tienen hacia ti.

Hacia ti misma porque puede ser que sientas que has faltado a tu palabra. Que te habían pedido que no lo contarás y no has sido capaz de hacerlo. Mierder.

Hacia los demás creo que se ve más evidente, pero por si acaso imagínate que eres Laura. Es probable que la próxima vez que le tenga que contar un secreto a Javier se lo piense dos veces porque si en su día compartió el de Daniel que es amigo suyo ¿por qué no va a hacer lo mismo contigo?

Te propongo que la próxima vez que te vayan a contar algo que no es tuyo hagas el triple check que hacía Socrates cada vez que algún amigui le venía con un chismorreo.

En la antigua Grecia Sócrates tenía una gran reputación de sabiduría. Un día vino alguien a encontrarse con el gran filósofo, y le dijo:

– ¿Sabes lo que acabo de oír sobre tu amigo?

– Un momento, –respondió Sócrates– antes de que me lo cuentes, me gustaría hacerte una prueba, la de los tres filtros. – ¿Los tres filtros?

– Sí, -continuó Sócrates– antes de contar cualquier cosa sobre los otros, es bueno tomar el tiempo de filtrar lo que se quiere decir. Lo llamo el test de los tres filtros. El primer filtro es la verdad. ¿Has comprobado si lo que me vas a decir es verdad?

– No, solo lo escuché.

– Muy bien. Así que no sabes si es verdad. Continuamos con el segundo filtro, el de la bondad. Lo que quieres decirme sobre mi amigo, ¿es algo bueno?

– ¡Ah, no! Por el contrario.

– Entonces, -cuestionó Sócrates– quieres contarme cosas malas acerca de él y ni siquiera estás seguro de que sean verdaderas. Tal vez aún puedes pasar la prueba del tercer filtro, el de la utilidad. ¿Es útil que yo sepa lo que me vas a decir de este amigo?

– No.

– Entonces, -concluyó Sócrates– lo que ibas a contarme no es ni cierto, ni bueno, ni útil; ¿por qué querías decírmelo?

El amigui se quedó con un zasca de cuidado…

 

 

Y tú,

De 1 a 10 ¿cuánto de cámara acorazada eres?

De 1 a 10 ¿cuánto lo es el equipo?

Cuando vayas a contar algo que no es tuyo, pienses para qué lo haces y si la satisfacción momentánea de contarlo compensará el sentimiento de culpa por haber faltado a tu palabra.

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Un abrazote!

Melisa

P.D. Este mes volvemos al podcast 😉 Te lo cuento también al oído por si en vez de mirar el móvil, quieres mirar la vida: